Dentro de la filosofía institucional se encuentra la conciencia social, valor que permite empatizar con la comunidad y con las circunstancias que la rodean. El siguiente texto surge a partir de una actividad de discusión en el grupo de Maestría en Producción Panadera sobre los diferentes factores que impiden el acceso a los productos catalogados como orgánicos.
Sistemas de producción de alimentos
En el artículo ¨La dieta mediterránea funciona – si no eres pobre, un estudio demuestra¨ [1] publicado por el Washington Post el 3 de agosto, se explican los resultados de un estudio realizado por un grupo de investigadores italianos quienes estudiaron a 18991 hombres y mujeres mayores a 35 años [2]. Los indicadores de estatus socioeconómico que se tomaron en cuenta para esta investigación fueron el ingreso por vivienda y el nivel educativo.
Lo que demuestra este estudio es que la dieta mediterránea disminuye el riesgo de enfermedades cardiacas en un 15 por ciento, pero siendo aplicable solamente a las personas de los grupos socioeconómicos más altos. Esto se lo adjudican a que las personas con nivel educativo más alto seleccionaron una variedad más amplia de vegetales y una tendencia mayor a consumir granos enteros, así como elegir productos orgánicos. Con este último punto se especula que la calidad de la comida entre las clases sociales estudiadas difiere importantemente debido a que los vegetales orgánicos contienen mayor cantidad de antioxidantes, menores concentraciones de cadmio y pesticidas que los producidos convencionalmente.
Con base en la publicación de estos resultados en el Diario Internacional de Epidemiología el texto de Maura Judkis del Washington Post guía su opinión hacia la inequidad de acceso de alimentos de calidad para clases socioeconómicas bajas y cita sobre como los resultados del estudio mencionado apoyan las estrategias para reducir las diferencias socioeconómicas en el ámbito de salud y no solamente la adopción de patrones de alimentación sino que se debe facilitar el acceso a alimentos con valores nutricionales más altos.
Hasta este punto hemos resumido lo que el artículo del Washington Post y el estudio mencionado describen y cómo sugieren que estrategias guiadas a la equidad de acceso a alimentos de calidad en todos los niveles socioeconómicos son necesarias. La verdadera cuestión aquí es el porqué de haber elegido (o haber llegado a) un sistema de producción de alimentos guiado a una cómoda elaboración de productos contaminados o de bajo nivel nutrimental que ya está demostrándose afecta directamente la salud de los consumidores.
La FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura por sus siglas en inglés) marca dentro de sus estrategias para el desarrollo sostenible tres puntos de vista principales dentro de sus objetivos que deben ser sostenibles: el económico, el social y el ambiental [3]. Si suponemos que el modelo de producción actual no es sostenible social ni ambientalmente, entenderemos hacia donde se dirigen las razones de la adopción de esta manera de producir alimentos.
Si a esto le añadimos que de los alimentos producidos se desperdicia de un cuarto a un tercio de ellos [4], sería importante evaluar si importa más la cantidad producida de los alimentos o la calidad de estos y todavía ir más lejos y pensar en generar prácticas de aprovechamiento y vías de distribución más eficientes, sin mencionar equitativas.
La verdadera reflexión debería ser el cuestionarnos hasta cuando podemos tener un sistema de producción de alimentos basado en la única satisfacción del pilar económico dejando rezagados los pilares sociales y ambientales, siendo el desarrollo de los tres el único método para llegar a la sustentabilidad.
[4] http://www.fao.org/americas/noticias/ver/es/c/239393/